Una pena conducirlo: El Museo Porsche conserva el Bergspyder 910/8

Taller

Se queda así. El capó rojo oxidado, cuya pintura envejecida brilló una vez en el color de señalización. El asiento monocasco desgastado, cuyo tejido solo deja adivinar rastros del antiguo flocado. La correa dentada sin dientes, cuyo marco de alambre se extiende desamparado sobre el accionamiento de la bomba de inyección. Se queda así porque es auténtico. Y este es exactamente el mensaje del 910/8 Bergspyder. Autenticidad. Originalidad. El tiempo detenido.

«No tocamos esta condición», dice Alexander Klein, Jefe de Gestión de Vehículos del Museo Porsche. «Cualquier intervención sería una destrucción de esta originalidad absoluta». Esto incluye cualquier funcionamiento. El motor ya no tiene que funcionar, el coche de carreras ya no tiene que andar. «Lo estamos desacoplando del sistema de propulsión», dice Alexander Klein. «El Bergspyder ha cumplido su cometido. Ha demostrado que puede correr. Y ganar».

next item
El Museo Porsche de gira
previous item
911 (901) N.º 57